sábado, 24 de mayo de 2014

¡VIVA LA CHAMPIONS!

Y, ahora que he captado vuestra atención, os diré que aquí me hallo en este plácido -o no- día de sábado sin ganas de ver la Champions, que poco me interesa. Aunque lo que sí que me interesaría sería saber el pastizal que se han gastado para todo esto -que para algunas cosas sí que hay-. Bueno, al menos promueven el no-racismo (durante un minuto, por lo menos). Pero tranquilos, que a las Elecciones de mañana les tengo la misma gana. ¡Viva la Champions!

El caso es que, ya que no (en realidad, sí) tengo nada que hacer, he decidido escribir mi segunda crítica del profesor de Filosofía, y es que ha casi un año ya que escribí la primera y, si bien podría haber copiado, pegado y borrado la anterior, ni yo soy tan cutre como para plagiar (y menos a mí misma), ni aquí don Enrique es tan ingenuo como para caer. Y es que, pasado un curso entero, puede que ahora tenga una opinión distinta sobre él. En cambio, y sinceramente, no tengo nada nuevo que decir. Quizá no hayan sido clases tan entretenidas como el año pasado (al ser más clases a la semana y haberse dificultado el temario), pero claramente sigo prefiriendo su metodología ante la de otros tantos. La prefiero por esas historias que cuenta y que nos ayudan a comprender los distintos apartados, la prefiero por esas historias que cuenta a veces sin venir a cuento pero que resultan gratamente interesantes, la prefiero por todas esas humillaciones en público que tengo la suerte de no protagonizar. Y cuando ya se dijo todo una vez, ahora resulta difícil volver a comentarlo sin repetirse. ¿Qué puedo decir yo? Lo único que se me ocurre es rogar que el año que viene sea uno de mis profesores, pues algo me dice que, si no, Historia de la Filosofía será una masacre. Desgraciadamente, tengo entendido que el año que viene no hay nota de blog, que tal vez ha sido lo que más me ha gustado estos dos años, pues es una idea muy original el hecho de que nos permita expresarnos libremente y que se valore esa opinión. Porque no todos valoran tu opinión. Y, como el año que viene no creo que siga con esto, os pido que leáis mi crítica anterior -o no- y, esta vez sí, lloréis -o tampoco-.

Para acabar con todo este lloriqueo, y abrumada por el griterío de fondo, puntualizaré que con el "entretenidas" de antes no me refiero a que sus lecciones hayan sido un cachondeo (es más, un tono estricto se cierne siempre en el ambiente en un segundo plano), sino amenas en comparación con el resto. Y es por ello que echaré de menos estas clases - porque, aun por sus bromas, es totalmente respetado; porque, aun cuando el temario es difícil o tal vez no nos agrada, sigue siendo escuchado; porque, aunque nos quiera partir la cara, siempre saluda amablemente y siempre lo saludamos. Así que con este último artículo me despido diciendo, de nuevo, así como hace casi un año ya, que es usted un gran profesor, don Enrique P. Mesa García.

Pero ahora en serio, ¿qué significa la "P."?

No hay comentarios:

Publicar un comentario